De pequeña, mi sueño siempre fue ser azafata de
vuelo. Me encantaba viajar y quería dedicarme a viajar. A los 17 años me di cuenta que no
quería seguir estudiando, así que como para ser azafata necesitaba hablar
inglés, decidí irme a Londres sin pensarlo. Sin hablar una palabra de inglés,
ya que siempre estudié francés, y con el justificante de mis padres, porque todavía
no era mayor de edad, cogí mi avión dirección a aquella gran ciudad. Mi sueño
de tantos años de querer ser azafata acabó tan pronto como cogí el primer
vuelo, pero gracias a eso, descubrí el inglés, el privilegio de hablar esa
lengua y poder comunicarte con tantas culturas, y sobre todo, lo grande e
increíble que era el mundo.
Me quedé 5 años en Londres y volví a Barcelona. Después
de dos años en mi ciudad sentí que necesitaba seguir viajando y tuve la gran
suerte de irme a China a vivir, una experiencia que me cambió la vida. Desde
China viajé a varios países asiáticos y volví a Europa después de casi 3 años,
donde seguí descubriendo lugares, hasta que el amor me hizo parar y me llevó a
Madrid.
Un día, tomando un vino con un amigo que conocí en
Londres, hablando de su experiencia como maestro, me di cuenta que eso era lo
que yo necesitaba para ser feliz, estar rodeada de niños enseñándoles mi
pasión: el inglés. Así que sin pensarlo me apunté para hacer la prueba de
acceso a la universidad para mayores de 25 que era en un mes y medio. Hacía más
de 12 años que no estudiaba, pero lo deseaba tanto que pasaba más de 14 horas
diarias pegada a los libros. Llegó el día del examen. Me vi en aquella universidad
en Madrid y pensé, “¿Qué hago yo aquí?, pero hice mis 5 exámenes y esperé mi
nota. Me acuerdo como si fuera ayer los nervios que pasé para ver los
resultados por Internet. Y ahí estaba, ¡mi 7,667! No podía parar de saltar, de
bailar, de gritar de felicidad… Y así empezó mi nueva etapa.
Quería ser maestra de niños, pero mi pasión era el
inglés, así que decidí hacer “Estudios ingleses”. Esa decisión me llevó a
conocer a una persona que era profesor de inglés en empresas, me introdujo en
su empresa y me llamaron para una entrevista. Antes de entrar a la entrevista
me tomé un té pensando, “¿Qué hago aquí si ni si quiera he estudiado inglés en
mi vida?”, “¿Cómo lo voy a enseñar?”. Y apunto de darme la vuelta, me dije, “No
pierdo nada”, “Vamos”, y me dieron el trabajo. Estuve 3 años trabajando como
profesora de inglés para empresarios y fue la experiencia laboral más maravillosa
hasta ese momento. Ahí me di cuenta que mi pasión por la enseñanza era real.
Pero no solo eso, mis alumnos y mis jefes estaban tan contentos que también
descubrí que era mi vocación, que disfrutaba tanto enseñando que se lo
contagiaba a mis alumnos.
Mi último año de carrera quería que fuese en
Londres. Quería volver a mi ciudad, la que me abrió esta puerta. Quería verla
con otros ojos más maduros. Así que pedí mi Erasmus allí y con todo mi pesar,
porque amaba Madrid, cogí mi avión. Mi Erasmus en Londres fue muy interesante y
enriquecedor, sobre todo por conocer el sistema inglés. Al acabar, preguntando
y preguntando para ser profesora en Inglaterra, di con la persona indicada que
me ofreció un puesto de profesora de español de prácticas en esa prestigiosa
universidad: la Queen Mary University of London. También me dijeron que para
ser profesora de universidad aquí necesitaba el máster de ELE, así que
rápidamente busqué el máster y una
universidad que me dejase matricularme, puesto que estábamos ya en junio y no
me graduaba hasta octubre. Y así llegué a UNIBA.
Cuando ya había cogido experiencia enseñando inglés,
se me presenta esta oportunidad y me doy cuenta de lo maravilloso que es enseñar
mi lengua materna. Después de más de 3 años enseñando inglés y de 3 meses dando
clase en esta increíble universidad, puedo saber mejor lo que hago y lo que
quiero. Además, 3 días a la semana trabajo para una agencia como asistente de
profesor en guarderías y escuelas de primaria, lo que me está dando experiencia
y el saber si realmente prefiero enseñar a adultos o a niños. Por el momento,
me quedo con los adultos.
Llevo toda la semana, y desde que me matriculé en el
máster, reflexionando sobre qué quiero aprender con este curso. Para mí la
enseñanza de ELE, o de cualquier cosa, tiene que ser desde la vocación, ya que
es el ingrediente principal para transmitir motivación a los alumnos. Creo que
un profesor de ELE tiene que dominar los contenidos del español y conocer las estrategias
para enseñar tanto la lengua como la cultura. Es importante que las clases sean
amenas, interesantes, dinámicas y con explicaciones y ejemplos que les ayuden a
entender los conceptos fácil y rápidamente. Un factor importante a tener en
cuenta es la edad, el contexto de los alumnos y saber por qué y para qué
quieren aprender la lengua.
Dentro de esas cosas que tanto deseo aprender está
principalmente la de adquirir la seguridad para ser la profesora que quiero
ser, aunque para eso sé que necesito una buena formación y experiencia. Quiero
saber las dificultades a nivel general que los estudiantes de los diferentes
niveles se encuentran, controlar esos trucos para enseñar conceptos más
difíciles, saber cuáles son los ejercicios más prácticos e interesantes,
dominar las TICs para crear mis propias actividades y hacer mis clases más
atractivas. Dando clases en la universidad, me he dado cuenta que quiero usar
textos que no solo se centre en el léxico o la gramática, sino también trabajar
con temas que interesen a los estudiantes, que les ayuden a pensar y a
desarrollarse para ser mejores personas.
Puedo ver claramente mis carencias como profesora.
Primero, no sé cómo encontrar los recursos, los materiales, no conozco las
estrategias de aprendizaje, no controlo la gramática ni la literatura, tampoco
sobre el español académico, los contenidos de los exámenes para cada nivel o
para trabajar cada habilidad. Y la lista es infinita. También sé que el máster
no me va a dar todo lo que quiero, ya que eso lo adquiriré con la experiencia,
pero tengo lo más esencial, y es que mi pasión por la enseñanza hace que mis
alumnos disfruten de mis clases (al menos eso es lo que ellos me transmiten y
dicen).
Tengo el privilegio de enseñar en una de las mejores
universidades de este país y de estar en contacto con las dos lenguas de las
que estoy enamorada, el español y el inglés. Es verdad que este año estoy de
prácticas y se acabará, pero seguiré persiguiendo mi sueño: enseñar español a
adultos o a niños, todavía no lo tengo claro. Me encantaría que este máster me
ayudase a ganar esa seguridad y ese conocimiento que tanto deseo. Se me plantea
un año duro, ya que me falta tiempo para todo: preparar las clases de la
universidad, las clases en los colegios con los niños, el máster y vivir. Pero
tengo lo más importante, la motivación y las ganas de aprender todo lo que este
máster me pueda aportar para que me ayude en mis clases. Quiero disfrutar del
camino y estoy deseando que llegue la parte final de este portafolio para poder
mirar atrás y ver todo lo que he aprendido.
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