lunes, 30 de noviembre de 2015

Punto de partida



De pequeña, mi sueño siempre fue ser azafata de vuelo. Me encantaba viajar y quería dedicarme a viajar.  A los 17 años me di cuenta que no quería seguir estudiando, así que como para ser azafata necesitaba hablar inglés, decidí irme a Londres sin pensarlo. Sin hablar una palabra de inglés, ya que siempre estudié francés, y con el justificante de mis padres, porque todavía no era mayor de edad, cogí mi avión dirección a aquella gran ciudad. Mi sueño de tantos años de querer ser azafata acabó tan pronto como cogí el primer vuelo, pero gracias a eso, descubrí el inglés, el privilegio de hablar esa lengua y poder comunicarte con tantas culturas, y sobre todo, lo grande e increíble que era el mundo.
Me quedé 5 años en Londres y volví a Barcelona. Después de dos años en mi ciudad sentí que necesitaba seguir viajando y tuve la gran suerte de irme a China a vivir, una experiencia que me cambió la vida. Desde China viajé a varios países asiáticos y volví a Europa después de casi 3 años, donde seguí descubriendo lugares, hasta que el amor me hizo parar y me llevó a Madrid.
Un día, tomando un vino con un amigo que conocí en Londres, hablando de su experiencia como maestro, me di cuenta que eso era lo que yo necesitaba para ser feliz, estar rodeada de niños enseñándoles mi pasión: el inglés. Así que sin pensarlo me apunté para hacer la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 que era en un mes y medio. Hacía más de 12 años que no estudiaba, pero lo deseaba tanto que pasaba más de 14 horas diarias pegada a los libros. Llegó el día del examen. Me vi en aquella universidad en Madrid y pensé, “¿Qué hago yo aquí?, pero hice mis 5 exámenes y esperé mi nota. Me acuerdo como si fuera ayer los nervios que pasé para ver los resultados por Internet. Y ahí estaba, ¡mi 7,667! No podía parar de saltar, de bailar, de gritar de felicidad… Y así empezó mi nueva etapa.
Quería ser maestra de niños, pero mi pasión era el inglés, así que decidí hacer “Estudios ingleses”. Esa decisión me llevó a conocer a una persona que era profesor de inglés en empresas, me introdujo en su empresa y me llamaron para una entrevista. Antes de entrar a la entrevista me tomé un té pensando, “¿Qué hago aquí si ni si quiera he estudiado inglés en mi vida?”, “¿Cómo lo voy a enseñar?”. Y apunto de darme la vuelta, me dije, “No pierdo nada”, “Vamos”, y me dieron el trabajo. Estuve 3 años trabajando como profesora de inglés para empresarios y fue la experiencia laboral más maravillosa hasta ese momento. Ahí me di cuenta que mi pasión por la enseñanza era real. Pero no solo eso, mis alumnos y mis jefes estaban tan contentos que también descubrí que era mi vocación, que disfrutaba tanto enseñando que se lo contagiaba a mis alumnos.
Mi último año de carrera quería que fuese en Londres. Quería volver a mi ciudad, la que me abrió esta puerta. Quería verla con otros ojos más maduros. Así que pedí mi Erasmus allí y con todo mi pesar, porque amaba Madrid, cogí mi avión. Mi Erasmus en Londres fue muy interesante y enriquecedor, sobre todo por conocer el sistema inglés. Al acabar, preguntando y preguntando para ser profesora en Inglaterra, di con la persona indicada que me ofreció un puesto de profesora de español de prácticas en esa prestigiosa universidad: la Queen Mary University of London. También me dijeron que para ser profesora de universidad aquí necesitaba el máster de ELE, así que rápidamente  busqué el máster y una universidad que me dejase matricularme, puesto que estábamos ya en junio y no me graduaba hasta octubre. Y así llegué a UNIBA.
Cuando ya había cogido experiencia enseñando inglés, se me presenta esta oportunidad y me doy cuenta de lo maravilloso que es enseñar mi lengua materna. Después de más de 3 años enseñando inglés y de 3 meses dando clase en esta increíble universidad, puedo saber mejor lo que hago y lo que quiero. Además, 3 días a la semana trabajo para una agencia como asistente de profesor en guarderías y escuelas de primaria, lo que me está dando experiencia y el saber si realmente prefiero enseñar a adultos o a niños. Por el momento, me quedo con los adultos.
Llevo toda la semana, y desde que me matriculé en el máster, reflexionando sobre qué quiero aprender con este curso. Para mí la enseñanza de ELE, o de cualquier cosa, tiene que ser desde la vocación, ya que es el ingrediente principal para transmitir motivación a los alumnos. Creo que un profesor de ELE tiene que dominar los contenidos del español y conocer las estrategias para enseñar tanto la lengua como la cultura. Es importante que las clases sean amenas, interesantes, dinámicas y con explicaciones y ejemplos que les ayuden a entender los conceptos fácil y rápidamente. Un factor importante a tener en cuenta es la edad, el contexto de los alumnos y saber por qué y para qué quieren aprender la lengua.
Dentro de esas cosas que tanto deseo aprender está principalmente la de adquirir la seguridad para ser la profesora que quiero ser, aunque para eso sé que necesito una buena formación y experiencia. Quiero saber las dificultades a nivel general que los estudiantes de los diferentes niveles se encuentran, controlar esos trucos para enseñar conceptos más difíciles, saber cuáles son los ejercicios más prácticos e interesantes, dominar las TICs para crear mis propias actividades y hacer mis clases más atractivas. Dando clases en la universidad, me he dado cuenta que quiero usar textos que no solo se centre en el léxico o la gramática, sino también trabajar con temas que interesen a los estudiantes, que les ayuden a pensar y a desarrollarse para ser mejores personas.  
Puedo ver claramente mis carencias como profesora. Primero, no sé cómo encontrar los recursos, los materiales, no conozco las estrategias de aprendizaje, no controlo la gramática ni la literatura, tampoco sobre el español académico, los contenidos de los exámenes para cada nivel o para trabajar cada habilidad. Y la lista es infinita. También sé que el máster no me va a dar todo lo que quiero, ya que eso lo adquiriré con la experiencia, pero tengo lo más esencial, y es que mi pasión por la enseñanza hace que mis alumnos disfruten de mis clases (al menos eso es lo que ellos me transmiten y dicen).
Tengo el privilegio de enseñar en una de las mejores universidades de este país y de estar en contacto con las dos lenguas de las que estoy enamorada, el español y el inglés. Es verdad que este año estoy de prácticas y se acabará, pero seguiré persiguiendo mi sueño: enseñar español a adultos o a niños, todavía no lo tengo claro. Me encantaría que este máster me ayudase a ganar esa seguridad y ese conocimiento que tanto deseo. Se me plantea un año duro, ya que me falta tiempo para todo: preparar las clases de la universidad, las clases en los colegios con los niños, el máster y vivir. Pero tengo lo más importante, la motivación y las ganas de aprender todo lo que este máster me pueda aportar para que me ayude en mis clases. Quiero disfrutar del camino y estoy deseando que llegue la parte final de este portafolio para poder mirar atrás y ver todo lo que he aprendido.

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